sábado, 18 de junio de 2011

Echar en falta a alguien que no piensa en tí

Lo que menos me gusta de echar de menos a alguien es que funciona a rachas. A días. Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo intentes. Escuece. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca. Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia. ¿He dicho que duele? Duele. Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar. Porque a veces, hasta la almohada te echa de menos. ¿Pero sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, te lo prometo.

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